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martes, 9 de septiembre de 2008


A CONTRAMANO DE LA RESACA DEL CARNAVAL


Con dos duros en el bolsillo la cosa está tomando mucho brillo
Los Rodríguez


Mañana por fin, después de trabajar un mes y medio, por los diferentes rincones de la capital, de colegio en colegio, soportando la desidia mía y la de los estudiantes, quienes muestran su interés por la vida en la forma como se les va escurriendo el pantalón hasta por debajo de las nalgas. Me pagarán mi sueldo. Algo así como 700 mil pesos, está bien pues es por medio tiempo, medio tiempo de correr entre el Aquileo Parra, que limita con el cementerio del norte, hasta el Sierra Morena, que limita con el sur con Soacha, pasando por el Puerta de Villavicencio, que limita al oriente con Venezuela (miento, pero casi) y de vez en cuando en el Simón Rodríguez que limita con el apartamento de un amigo donde a veces me emborracho.
Lo cierto es que después de pagar algunas obligaciones, entre otras la segunda cuota de esta computadora, algo de dinero quedará para mí, (para bien o mal gastarlo, para gastarlo en todo caso porque para eso se hizo el tiempo y el dinero). Se me han ocurrido tantas cosas, comprar un pequeño equipo de amplificación marca Fender que están vendiendo a muy buen precio, darle a mis pasos un par de estrellas que cuestan como 100 mil pesos en San Andresito y vienen en presentación de zapatillas Converse, o salir a comer al lado de una pareja de amigos y hablar de Jarmusch y Abél Ferrara...
La imaginación me florece siempre que algún peso sobra por ahí, pero estos días dejándome llevar por las voces y los empujones de la mayoría, me es imposible no pensar en comprar la boleta para ir a ver al tan esperando bonaerense Andrés Calamaro, quien por fin y después de toda una vida de carrera nos visita.
Hace unos días paseaba por Valencia en Venezuela viendo los carteles que anunciaban la presentación del rosarino Fito Páez, que se ondeaban colgados de los postes en las calles, mientras en los otros postes danzaban también los pasacalles del evento mundial de escritores a que fui invitado, y entonces como dice la canción de Rodolfo ah que hermosa sensación... y ahora aquí de regreso a la cuidad de los pobres corazones, me parece necesario y vital ir a ver al Comandante pero no puedo dejar de pensar en la frase de Fito, esa que dice lo que pasa es que me ofende tanta vulgaridad, así que me parece necesario y vital rendirle un homenaje al Salmón y a tantos otros salmones que en el intento por desobar sus emociones estarán haciendo hasta lo imposible por asistir a la tan esperada cita con Andrés.
El homenaje consistirá en que teniendo el dinero para la boleta, teniendo sus canciones incrustadas hasta la medula, no iré, es mi sentida ofrenda para quienes no llegaran al sitio, bien porque les sobran los motivos como dice Sabína, bien por que les hace falta el dinero, bien porque no les hace falta, o por cualquier otra razón que desconozco. No iré porque mi ausencia es la mejor manera de estar presente, no iré para seguir siendo uno de esos chicos que Calamaro invoca en la frase toma una lista de mis amigos quiero convencerlos que vuelvan conmigo y como yo también creo que nadie se va del todo seguramente que entre canción y canción entonada con amor esa ya muy cercana noche, algún eco de mí repetirá con sentido acento los coros que vengo cantando de años atrás.
No iré al concierto de Andrés Calamaro para poder estar ahí, para cumplirle a los que tampoco irán, para que nuestro anonimato sea digno de las letras brutalmente honestas del músico argentino. Y a la final no iré porque prefiero estar en la calle tomando eso sí un buen Termidor mientras voy cantando con un similar aliento oxidado alguna cosa como: siempre tomé la misma dirección la difícil la que usa el salmón... que en este caso es la dirección de no seguir la corriente que irá a dar en el parque Simón Bolívar.
No se trata de algún resquemor contra Andrés, a quien tanto le debo aunque él no lo sepa ni le haga falta, se trata de Honestidad Brutal, en contra de la Alta Suciedad que esgrimiendo el folklore patrio cantará y cantará y fumará y fumará, rasgándose las vestiduras y el embobinado de los pulmones para parecer que siguen, que están, que existen, que desoban, que acompañan, que cumplen, que homologan, que pertenecen, lo cierto es que y si es como yo creo a mi no me importa nadie.
Me importan los que no conozco, los que amarrados a un viejo disco de Los Rodríguez, pasarán esa noche entre recuerdos y lugares aún sin encontrar, con la imagen intacta de un Andrés que en repetidas ocasiones nos salva la vida, o la alivia un poco.
Soy así no lo puedo evitar no iré porque ¿para qué? Si otros irán, y hablarán y cantarán y fumarán, con esa propiedad que solo ostenta el que todo desconoce, no iré para ser salmón de verdad con quienes tampoco irán aunque siempre estén presentes, y por ellos y para ellos la noche cercana noche de octubre, cuando den las 9 y desde algunos rincones existamos todavía los que creemos que son las 3 podamos con verdadera sinceridad levantar la copa y gritar de corazón desde un rincón del mundo brindo contigo (Andrés) salud...

Larry Mejía

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Larry, qué bueno descubrir que tienes un blog. Me gustaría invitarte a participar con tus poemas en mi Inventario, si me escribes a través del contacto de mi blog nos pondremos en contacto directo. Un abrazo

RABIARTE dijo...

bueno viejo larry me agrada saber que seguimos averiguando el extraño origen de los mocos bajo las mesas de los burdeles donde nos perdemos...espero que siga por la senda de sus callos y que SALUD sea antecesor de un choque de copas.. suerte ñerito.

Anónimo dijo...

Yo tampoco iré, y para hacer una paráfrasis bruta: también sé q no importa; q no le importa, mas tristemente no me quedo esta vez en el anonimato como en las demás ocasiones. Callar es lo realmente difícil para mí y bueno, más aún para usted. Me resulta confusa esa especie d misantropía junto con ese mensaje acerca d otro mensaje, d otro tipo, considero además q tomo demasiada confianza al meterme en colada, sin autoridad en el tema, sólo metí el dedo en vez d la cuchara, pero voy cogiendo práctica.
PD Me avergüenza no hablar d directores d cine, d camiones, o d De Niro, pero en mayor grado, los ridículos q hago innecesariamente en centros culturales en los q no venden Coca Cola, en antros q sufren destrozos por mi poco manejo en la apertura d las puertas d los baños y etcétera; inclusive me apena más el no escribir esas benditas cartas, cosa q d manera salmonica, debería omitir, aunque es obvio q mucho me conviene hacerlo (escribir las cartas -valga la redundancia-).
LEA