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martes, 10 de febrero de 2009




Sabiduría

Nada a las fuerza próvidas de mando,
pues mi propia virtud he comprendido.
Me basta oír el perennal ruido
que en la concha marina está sonando.

Y un lecho duro y un ensueño blando;
y ante la luz, en vela mi sentido
para advertir la sombra que al olvido
el ser impulsa y no sabemos cuando...

Fijar las lonas de móvil tienda
junto a los calcinados precipicios
de donde un soplo de misterio ascienda;

y al amparo de nímenes propicios
en dilatada soledad tremenda
bruñir mi obra y cultivar mis vicios.


Porfirio Barba Jacob

Este poema lo tomé de El Corazón Iluminado, publicación hecha por la Biblioteca Popular de Cultura Colombiana en Bogotá en el año de 1942, año de la muerte del poeta. Desconozco si esta edición fue posterior a su fallecimiento, pero sí lo creo ya que este aconteció en 14 de enero de dicho año. Lo cual me recuerda la frase de Julio Flores, todo nos llega tarde, hasta la muerte.

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