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lunes, 1 de diciembre de 2008


Señor Lobo, en Nariño sí se puede ser bien bestia


Qué vergüenza Don Antonio Navarro Wolff y su huelga de hambre de 48 horas, en un país donde la paz está en brazos caídos, donde nadie come y no a propósito, qué vergüenza su pancarta de “En Nariño Si Podemos”. Amigo Lobo, “sí” debe llevar tilde para que sea afirmación, se les pasó a sus asesores el detalle, igual de ignorantes a usted que deben ser ellos, igual de ilusos, pero no igual de hambrientos a nuestros paisanos que tanta hambre aguantamos, hambre de todas las clases. En 48 horas estará usted comiendo langostinos, con el dinero nuestro y con la vergüenza suya, que ojalá no salga en los noticieros internacionales. Además usted debe estar acostumbrado al hambre, eso no es proeza, o si no ¿cómo hizo cuando la granada le voló la quijada? ¿Qué va a hacer con sus pañitos de agua tibia?, ¿tomar suero para demostrar su valía con el pueblo nariñense? Pacato, payaso, bestia. Fue que el “amarillito” se le subió a la cabeza, y la resaca de la conciencia lo obligo a ser solidario con sus votantes. Pero no se preocupe que Don Álvaro en la hora 25 de su huelga, va a salir corriendo para donar su sueldo en aras de resarcir el error de los socios de D.M.G., y si no lo hace Álvaro, seguro que el Señor Murcia lo hace, que para eso a él le sobra la plata.
No se nos ponga famélico, no se nos ponga débil que la debilidad política le cuesta bastante al hambre del pueblo, no haga eso, no arme una carpa blanca con un aviso, sin ortografía para mostrarle a Colombia su buen corazón, que afrenta llevar el circo a las casas de los que no tienen pan. Mire no más como toda Colombia le dona a los damnificados de la “ola invernal” mercados y más mercados, y ollas, y colchones, más bien haga fila y coma que por hacer estas huelgas debe estar perdiendo la razón y la redacción, por Dios querido Lobo, no me haga sentir más vergüenza ajena con su solidaridad. No haga campaña con actos tan ridículos, más bien vuélvase a armar, tómese el nuevo Palacio de Justicia, róbese la espada de Bolívar, y con ella acuchille un marrano y celebre desde las montañas de Colombia, por su gloriosa izquierda, que no es más que la otra derecha, haga cualquier cosa, una cosa violenta, rastrera, pero algo por lo menos original, por lo menos duradero.
48 horas de hambre en un país que tiene más de 500 años de hambre, por Dios Don Lobo, o si es que le hace falta fiambre, venga a mi casa que mi mamá le prepara ese plato típico que es el arroz con huevo, y una aguapanelita bien caliente que a la fija yo le endulzo con cicuta.

Larry Mejía.
Bogotá 1 de diciembre de 2008

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