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lunes, 4 de octubre de 2010


La tarde que leí este poema, cierto pasado tomó cara de presente, y el futuro sonrió. Reí con mis amigos, como tan tranquilo, y ellos todos como tan amigos, que ahora lo coparto, a lo mejor se contagia la buena energía de Vicente.
Siempre leo prólogos de gente, presentando a otra gente. So pretexto de educación dicen: "yo quiesiera escribir así". Pues esta es la ocasión y como él no requiere ser presentado, digo con toda la honestidad de que soy capaz, que así quisiera escribier yo.

EL AMIGO DOLOROSO

Este amigo, que como doloroso es un gran poeta, habló así:
Yo nunca en mi vida he sonreído sinceramente. Nadie ha reído menos
que yo.
Con cuánta razón, oh amigos, me decís siempre que mis sonrisas tienen
un aire de falsedad.
Yo vivo en mis ensueños dolorosos como si mi alma se encontrara
sumergida entre dos ondas de música melancólica.
Yo vivo sumido en mis ensueños dolorosos.
Y mi espíritu es superior al de los demás porque he sufrido
Más.
Yo me he formado a mí mismo. Este es mi mayor orgullo. Yo no me
debo a nadie.
Si algún maestro queréis buscarme, este maestro es el dolor.
El dolor y la observación serena y apasionada son las fuentes de donde
yo he brotado.
Toda mi grandeza está en la intensidad de mi vida interior.
La música y la poesía me han dado las mayores sensaciones suavemente
vigorosas que he saboreado en toda mi vida.
La poesía y la música hacen vagar mi espíritu por luminosidades inau-
ditas. Ante ellas me siento desmaterializado y propicio a las más extrañas
iniciaciones.
La poesía y la música hacen morir mi carne y ante ellas me siento inma-
terial, soy solamente un reflejo de luna en un estanque sereno.
Por eso yo amo sólo a las mujeres hermosas que se han muerto, a esas
mujeres cuya voz arrobadora queda aún vagando en mis oídos como el
canto del mar en los caracoles.
Y por eso también yo amo con tan infinita ternura a esas almas vírgenes
que están aguardando algo supremo en el umbral de la vida.
¡Oh la solemne belleza de las almas en espera!
Una fatiga de luz se ha dormido en mis ojos y es que estoy ante la poe-
sía y la música, es que estoy en el momento de los supremos augurios.
Ahora deseo darme por entero, ahora deseo que la dolorosa poesía de
mi corazón entre en vuestros espíritus como un río desbordado.
Ahora quiero darme sin reservas. Quiero arrebatar a la muerte la divina
alegría de la disgregación.
Cuando estoy ante la poesía y la música me siento mío por estero.
Cogedme ahora que soy de vosotros.
Mirad ahora mi belleza interna.
Ahora que siento sobre mi espíritu todos los dolores del pasado y todos
los dolores en gestación para el futuro.
Ahora que mi alma está a la sombra de los mayores presentimientos.
Contempladme ahora, escuchadme ahora, mas pensad que mi alma
nunca sentirá una gran alegría.

Vicente Hudobro
Tomado de Las Pagodas Ocultas