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viernes, 1 de agosto de 2008

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MIENTRAS SE OXIDA DIOS





ARTURO ARCÁNGEL


Mientras transcribía los poemas que usted está por visitar, sentía una voz no interior, más bien un grito, que me regresaba sobre el espíritu el gusto por la prosa visceral, reconocía a través de la escritura de Arcángel esa voz de entraña propia de quien realmente a vivenciado este país, con el claroscuro de sus mascaras.
Con gran alegría descubro (27 años después de su primera edición) y comparto este poemario Mientras se oxida Dios, que por ser antídoto, es a la vez veneno, que por ser poema es también anti-poema, que por ser humano, es divino, diablo, pequeño Dios y gran demonio, engendro, substancioso, entidad sentenciosa y nada al mismo tiempo.
Lo comparto con la nostalgia de una golondrina que desea hacer verano, y lo lanzo como una pedrada al cielo a ver si Dios escucha, o al menos usted “hipócrita lector, mi amigo” lo lee.



DEDICATORIA



Este libro hecho dardo venenoso, con toda su descarga de rechazo, censura y desprecio, como “HOMENAJE MERECIDO” a toda la prolífera y repugnante fauna colombiana:

roedores políticos
cerdos choferes
perros asesinos
pavos fanfarrones
lobos pastores
gorilas ejecutivos
chimpancés empleados
reptiles usureros
asnos prosaicos
y... palomas honestas... pero mudas.



EL AUTOR




pro-tierra

yo no amo mi patria
en el concepto estúpido de patria

quiero ser digno
sin bandera
ni slogan fratricida,

no amo así la patria
ninguna patria amo.

Por qué arrancar las flores
Y aplaudir
El paso de las huestes?

Yo no amo la patria
detesto a los soldados
de mi patria...

intento amar al mundo
por los mares
gaviotas
y crepúsculos,
porque el sol es una pan
sin religión ni idioma,

porque las rosas en europa
en asia
o en américa
acarician la piel de los amantes

y las aves románticas
de cualquier continente
cantan amor y no nos hieren
y no destripan como oxidadas bayonetas.

Yo no amo a mi patria
en su concepto estúpido de patria

Intento amar al mundo
sin odio
sin soldados.


zumo de las horas



no dejaré de maldecir
mientras me plazca el respirar
sobre la tierra

maldeciré
al que se dice dios
y a sus secuaces,
además a sus súbditos,
maldeciré a sus lazarillos
que en sombras le conducen a salvo
y le ceban
con sangre y analfabetismo.

No dejaré de maldecir
a la corana,
a quien la porte,
al cetro,
a quien lo ostente
al trono
a quien lo ocupe.

maldeciré
las leyes,
sus fabricantes e inventores
moriré maldiciendo
al artículo 20,
al 40, al 80, al 200
y a todos los artículos
que atan al hombre con las sombras
y le declaran muerto
impotente
y servil.

No dejaré de maldecir.
maldeciré llorando, riendo
susurrando, gritando,
siempre maldeciré

maldeciré
al asesino intelectual
y al material.
maldeciré después
a quien perdone al asesino.

No dejaré de maldecir
A la ciudad:
Deshonesta prisión
mansión nauseabunda
necrópoli y asilo.

maldeciré
a la ciudad:
homicida suprema
de todos los hombres
e íntegras las cosas.

Maldeciré
los ruidos
la contaminación
las máquinas

la sistematización de los latidos
la tecnificación del sexo
la codificación de los sesos

Moriré
maldiciendo.

no dejaré de maldecir
en este
ni en los otros planetas.

http://www.geocities.com/arturoarcangel/

*La foto que aparece, fue tomada en prestamo y alterada de la cubierta de un disco de la Banda Noruega de black metal Mayhem.

el preguntón descolocado


A L. Lamborghini


el tipo preguntó por los pájaros desposeídos

por las patas de los pájaros

que se lavan en la fuente.


preguntó por los pájaros hambrientos

por el pico de esos pájaros

gritando 'no pasarán' en esta nación piquetera.


por los pájaros poéticos

por la lengua de esos pájaros

escribiendo papeles sin fe ni sudor.


el tipo preguntó por los pájaros

por el vuelo de esos pájaros

pichones que se embolsan la cara

para escuchar la voz de Dios.


preguntó por los pájaros

por los ojos de esos pájaros

al ver la íntima luz de una niña

vejada por el patrón.


por los pájaros

por las alas de esos pájaros

cuando sangra el ano de un niño

violado por la respetuosa santidad.


el tipo preguntó por los pájaros

y se fue volando.

Aldo Luis Novelli