YOVERSOSYO
Crónicas sobre mi vida en Carakaos
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lunes, 22 de agosto de 2011
Estrelladas en el deseo
Se precipitan con sus cuerpos.
La música es del silencio
Y del sexo la violencia
El color de la piel y el de la muerte son el mismo,
Donde muere la piel nace el ser.
Poca cosa cuando no es su instinto,
Divinidad de lo salvaje que a lo salvaje regresa
Escenas de noble lenguaje,
son dos cuerpos de mujeres que se encuentran,
escenas de irrepetible lenguaje
son los ojos que se clavan en la piel
y las lenguas que se clavan en las lenguas.
Como un escorpión que inyecta veneno
el placer es la mejor de las muertes.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
EL POEMA SECUESTRADO
Para serlo de verdad, la libertad, debe ser plena, ser ella misma, sin límites, colores, obstáculos ni barreras. Una libertad que termine en el Puente Internacional Rumichaca, o en el Puente Internacional Simón Bolívar, no es más que una palabra. Por lo tanto, quiero dedicar este premio (La poesía es la libertad –Casa de Poesía José Asunción Silva 2010) a los cientos o miles de secuestrados que llenan nuestras montañas, y más allá, a los miles y millones que a diario llenamos en las ciudades las embajadas en busca de una visa (¿acuerdo humanitario?) para poder salir de Colombia.
Es increíble ganarse un premio de poesía sobre la libertad, en un mundo de poetas, con 5 continentes llenos de poetas y 198 países plagados de poetas, pero es más increíble si se piensa que de estos últimos 198 de que hablo, solo Andorra, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Israel, Malasia, Panamá, Paraguay, Perú, República de Corea, República Democrática Popular de Laos, República Popular Democrática de Corea y Trinidad y Tobago no nos piden visa a los colombianos, digo lo anterior porque el poema con que gané es por así decirlo un poema claustrofóbico, se asemejará imagino a los que escriben los prisioneros o los secuestrados, tendrá la nostalgia de un poema cubano, pero es desde luego el poema de un hombre que sueña con un mundo que le es prometido, pues es poeta, y a su vez con un mundo que le es negado, pues es poeta.
La poesía y la libertad, son solo palabras y las palabras son las que más nos distancian de los hechos, la literatura está en el viaje, en la carretera, lo dijo Kerouac y lo repito yo, alguien más en un futuro, si es que hay futuro, lo dirá, la literatura es correrle a la muerte con un par de piernas, con un par de palabras, cómo me gustaría a mí ganarme un concurso sobre la muerte en la poesía, y que el premio fueran un ataque al corazón, un buen infarto, y quedar fulminado de inmediato como quedó José Asunción cuando con su Smith & Wesson se atravesó el pecho, cómo me gustaría a mí ganarme un premio sobre la muerte en la poesía, para jugarle una media verónica a la pelona.
Debo admitir, que la idea mía era ser reconocido por ser el sucesor de Mick Jagger, o de Charles Manson, no se me dio ni la música ni la muerte, que son artes, se me dio la más apática de las expresiones, la literatura. Si bien los libros son pestes, tengo la enfermedad incurable de querer escribirlos.
Yo estaba hace un año en Caracas dando una charla en la Feria Internacional del libro de Venezuela, sobre la vida del poeta José Asunción Silva. Un año después vengo a su casa a recibir dos millones de pesos de los cuales bien le hubiera dado yo los 600 pesos que le cobraron por el entierro de su hermana Elvira y que como ustedes saben no tuvo para pagar.
En tanto pienso que esta seguridad democrática es una forma de secuestro, los poetas de mi país y desde luego sus obras viven encadenados y no por gracia de las F.A.R.C. sino más bien por estas renovadas y dizque renovadoras políticas que cada 4 años, o esta vez cada 8, reparten privaciones.
Pienso además que el país está devaluado y que al o mejor solo la poesía lo sostiene, y sí, pues Colombia vive y come y sueña de palabras, de palabrerías, de palabreros y de ilusiones, ilusiones que como hoy vez en vez se cumplen.
Me hubiera gustado a mí ser Vargas Llosa y no por el Nobel, sino más bien por ir a Suecia, país soñado, el premio en Colombia es salir de ella, la poesía la llevamos en la sangre.
Ojalá pudiéramos llenar Estocolmo, ojalá devolvieran a los que están en las montañas, ojalá Colombia fuera digna y no obligara a matar o morir, ojalá pudiéramos irnos.
Ojalá la libertad deje de ser un motivo, y se convierta en un hecho.
El hecho esta noche es el premio. Pienso ¿Qué fue lo que premiaron los jurados? A lo mejor buenos poemas, a lo mejor ecos de su propio grito, pero en esencia lo que premiaron es la capacidad de decir, de enunciar en un momento de letargo.
Despertamos a diario intentando darle un nuevo significado a palabras que con el paso de los minutos, horas, días y años, se han desfigurado de nuestro imaginario.
Hoy siento que el idioma es quien encadena y a la vez él mismo idioma el que puede hacerme libre. De paso siento que la única libertad es la muerte, y la felicidad es de paso la muerte impronunciable, es decir: no haber nacido. La vida supone conceptos que nunca se realizan, bajo sueños que provienen de otros. Una maraña de cálculos ajenos.
Cada palabra es una eslabón de la cadena que me amarra al mundo, cada palabra es un sueño que al ser dicho se despierta, cada palabra es un signo equivoco del silencio, cada palabra es una huella que no se debe seguir, cada palabra es un sol que no alumbra y una luna que no enamora, cada palabra es música que le robo al silencio y el silencio es a la vez palabra, pues solamente hago mutis frente a la locura, lugar de claridad donde todo es entendido, donde nada requiere palabras que encadenen, palabras que despierten, palabras que descifren, palabras que ensordezcan, palabras que palpen, palabras que alumbren, palabras que odien, palabras que no silencien.
Que cada palabra mía contradiga la anterior, que cada palabra nuestra…
Qué muera el silencio pues a pesar de mi corazón, siempre hay alguien que nos escucha.
Que cada palabra mía sea vela apagada sobre una mesa, mas vela encendida de barco frente al viento, que cada palabra mía sea radiante y tediosa mañana que anuncie una noche densa y escabrosa, que cada palabra mía sea corona de silencio y oro en el agua, que cada palabra mía sea mano para estrechar y eternidad para el olvido.
Que cada palabra mía sea viento y fuego, agua y viento. Poetas que no nos falte Nada. Que nuca nos falte la música.
Este premio para Enrique Serrano, pues ganar junto a él es ya otro premio, para Pablo Estrada mi maestro y para los Negacionistas.
Larry Mejía.
ACTA
LA POESÍA ES LA LIBERTAD
Concurso Nacional de Poesía
El 4 de noviembre de 2010, los poetas Maruja Vieira, Jotamario Arbeláez y Miguel Méndez Camacho, jurados del Concurso Nacional LA POESÍA ES LA LIBERTAD, luego de haber analizado los poemas seleccionados por un pre-jurado que leyó los 1.474 trabajos provenientes de las diferentes regiones del país y del exterior, decidió entregar los seis (6) premios, los cuales se relacionan al azar por cuanto no hay distingo de categorías:
• La historia negra de la cumbia , escrito por Alejandro, registro # 1135
• Soldado de fortuna , escrito por Pseudo John Donne, registro # 830
• Un corazón , escrito por Tristan Trilce, registro # 281
• El viaje de regreso , escrito por Mac Gyvez, registro #63
• Un breve espacio para la insurrección , escrito por Erwin, registro # 1006
• Expediente , escrito por Camilo Dias-Bar, registro # 758
Y el jurado elige tres (3) menciones en orden numérico, para que puedan hacerse acreedores a los premios que no hayan sido reclamados dentro de los plazos previstos por el Concurso.
1.- Los hombres que recién…, escrito por Tuny Sanitario, registro # 518
2.- Leyenda , escrito por Majomi Viarme, registro # 442
3.- A orillas de un árbol de caucho , escrito por Inconcluso Referó, registro # 323
Para constancia, firmamos en la ciudad de Bogotá, a los 4 días del mes de noviembre de 2010,
POEMAS GANADORES
La historia negra de la cumbia
El gozo hirviente del baile
negro rompió las cadenas de
sus piernas con el éxtasis
clandestino de la elegancia de
las manos. Adornó con sus
curvas el blanco colorido de
las faldas y sonó su voz con
la profundidad india de las
gaitas largas. Colmó su
libertad de atarrayas
extendidas y sus tiempos de
alegría de cumbiamba y
garabato. En un mayo de
aguacero y de machetes
afilados sus antorchas fueron
faros de mar a candela viva.
Diego Hernández
(Alejandro)
**********
Soldado de fortuna
Troya ha caído. Aquiles está muerto.
La copa de la gloria esta deshecha.
Mi espada es hoy bastión del enemigo.
Las monedas que obtuve se han perdido,
Yacen bajo las piedras del desierto.
Entretanto,
Deambulo por los campos
Esperando beber el vino nuevo.
Mi capa, ya raída, ha quedado rendida
Bajo el peso del tiempo.
Soy libre. Voy desnudo. Veo el sol en el cielo.
Descubro que estoy vivo,
Y pago el alto precio.
Soldado de fortuna, descarriado,
Ignoro el bando al que he pertenecido.
Mi sombra me persigue. Estoy cansado.
La sangre coagulada
Me ha formado una costra sobre el cuerpo.
Pero a mí no me asquea.
Apenas, por las noches,
Aterido, perdido, con un gesto
Revuelvo mis recuerdos en la tierra.
Su faz oscura, tenebrosa, tétrica
Me lava de mis cuitas y mido.
Mis heridas se curan lentamente
Mis lágrimas se secan. Las lacras no me pesan en el pecho.
Duermo inquieto en el suelo, con mis muertos,
Que hablan y se quejan de mis sueños
Con gemidos amargos.
Pero al volver el día hallo consuelo
Y la luz me bendice con su hielo,
Contemplo las encinas y las hayas
Que fueron pasto del fuego
Las hormigas me corren por el cuerpo.
No sé por dónde iré, si acaso vengo.
Qué importa, ya sabré;
Vendrá otro tiempo.
Enrique Serrano López
(Pseudo John Donne)
**********
Un corazón
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
Luis Cernuda
En cualquier momento será de noche, pero no dejaré de moverme.
Y yo arrastraba una guitarra que no sabía tocar por la carretera 61 que se dibujaba sobre la arena. Y también quería una trompeta para gritar contra el mar y el silencio corriéndome entre las piernas como una ola. Y pensaron y pensaste que encontrarte era el fin del camino, la compañía del camino, una mano para atravesar el desierto. Dijeron: acá creerá tener la eternidad.
Entonces por qué no dejaba de moverme.
Dijeron y pensaste: porque no es ella. Pero yo no buscaba compañía, yo quería un camino. Yo vuelo y odio esta ciudad. Yo estoy entre las aguas, cantando con la garganta llena de sal, danzando de tu nombre a tu nombre. Estoy corriendo tu cuerpo entre lo erigido y lo arruinado, a punto de decir algo. Yo estoy entre el universo y tú, en la contracción y dilatación del fuego incurable. Estoy arrastrando este poema, estoy al borde tuyo, no me hagas bajar de la noche.
Yo estoy ahogando el mar de lo posible.
Alguien que no sabe pensó que el destino era el lugar donde mueren los trenes.
Si llego a parar, la noche va a detenerse: Ícaro todavía está volando hacia el sol. Por eso el silencio es rasga aunque nunca supe de bailes.
Y sigo bailando.
Contigo ya nada quedará por hacer pero el viaje nunca habrá terminado.
Andrés Camilo Torres Estrada
(Tristan Trilce)
**********
El viaje de regreso
Qué te puedo contar sol si la mar me olvidó
Sal y Mileto
ven
siéntate a la sombra de mi canto
susúrrame en parsi la lengua de mis padres
cuéntame del buey almizclero
que reta el invierno en Canadá y Noruega
dame la voz del oso gris y el lobo blanco
que en la noche de plata declama su alma a los Cárpatos
háblame del límite en el horizonte
que has encontrado al regresar
y de ese viaje que hacemos contra la muerte
todo el tiempo
háblame del éxodo divino
que alimenta nuestra sangre
cuéntame de los ritos donde el hambre caza hombres
mientras el sol cómplice se esconde
bronceando las islas sanguinarias en Grecia
al otro lado del mundo
dime de los sellos en tu pasaporte y corazón
dame los ritos de los hombres a los dioses politeístas
háblame de Mindo donde las mariposas abanican sueños
y la realidad parece parpadear en el aleteo de su danza
dime cuántas naves tiene tu nombre
y en cuántos puertos naciste de nuevo
abrígame con tus manos que ampollaron pájaros rabilargos
en las costas del Caribe
describe sobre el pentagrama de mis palmas
la melodía de esos dinosaurios sublimes
dime de los planetas que escuchaste en la Suecia azul
y del amarillo Estocolmo
donde un hombre de apellido Forsberg
sostiene para siempre en su mano su destino
dime de esas minas al sur de América
que entierran esperanzas y ambiciones
dame la voz del carbón padre del diamante
háblame de ese renunciamiento vano en los cristales
canta sobre la preciosa piedra que olvida su raíz materna
canta tranquila de las rutas del desierto
dime sobre esos seres que semejan estatuas
y sobre esas criaturas que parecen de viento
dame el último coro de los cisnes en Finlandia
dame el silencio de las jirafas en Zimbabwe
tú flor uniforme vestida de madre
flor amable donde encierras libertades
dame el grito de Extremadura en la voz de la guitarra
dame la castañuela en la voz de la mirada
dame el susurro nabateo del Al Deir
el susurro cansado del Nilo y el Mar Rojo
Turquía Chipre Líbano Siria Israel Jordania
y el látigo ciego de la libertad humana
cuéntame de los millones de indios
enterrados en las montañas
cuya entraña catacumba
ahoga el grito de los sueños
dame el mapa del laberinto en el cuello de la luna
dame los ojos de Dios
en las cataratas del guagua esfinge de Riobamba
baja del Pichincha la voz de hierro
que azotó legiones para ser libre
devuélveme el calor
y la alucinación de la hoja masticada
y la ceniza viva
quemando por dentro
como infierno propio
al cruzar Los Andes
en caminos de piedra y piel de nativo
dame las carnes en que el sol y la luna
tallan la historia cruel del tiempo
dame las dos cuerdas de mi padre quechua
que cantó en silencio la amenaza del Runtún
háblame de esa imagen que asustó a mi hermano
háblame en arameo de esa imagen de cruz y ficción
dame el grito ronco de los trenes que llevan oro
dejan muerte y traen vacío
qué hermosos sueños al calor de una sílaba de té
dame entonces la voz del tambor navajo
ahora que nacer ha sido un exilio de la muerte
ahora que duermen los enemigos del alma
dame un deseo de viaje
o una mano tuya de finos dedos
como manecillas de juventud
dame la voz del verde amor
y dime que nos vamos a volver
en una playa a la entrada del Perú
tomando vida y pisco
en los arrecifes de Máncora
en los cráneos del señor de Sipán
dame la rosa nueva de la amistad eterna
dame la voz de todos tus viajes
creo que ambos necesitamos un amor
que trabaje preferiblemente para National Geographic.
Larry Guillermo Mejía
(Mac Gyver)
**********
Un breve espacio para la insurrección
Mis movimientos son limitados en el poco espacio que dejan mis ataduras.
Derrotado.
Voy de nuevo tras líneas enemigas.
Hace un tiempo declaré la independencia de mis actos.
Renuncié a los opresores de un empleo y unas deudas.
En un modesto acto decreté mi libertad.
No tengo estampa de caudillo,
ni había terminado de redactar la constitución
cuando la guerra comenzó.
Sitiado y a falta de lo más elemental:
un poco de agua y un refugio;
me batí en retirada hasta tener que claudicar…
En la celda donde pago mi insurrección
solo me queda un espacio entre las letras.
Solo en mis escritos queda libertad.
Erwin Daniel Suárez Rodríguez
(Erwin)
**********
Expediente
Doña Javiera Londoño en 1757 estaba loca,
atada a una silla con su rosario en la mano,
mirando con ojos vacíos el valle de Arbí,
cuando la vio cruzar.
Dicen que sonrió por vez primera en muchos años.
Pedro Romero, “El Matancero”,
en 1812 se topó con ella
cuando vagaba por las miserables calles amuralladas de Cartagena de Indias.
En 1874 doña Soledad Román
caminaría por las mismas calles,
sintiendo como dardos la maledicencia de la gente.
Dicen que en las arcadas, el “Tuerto” López escribió en su honor un
/poema a Satán,
y un organillero en la plaza de Bazurto le compuso una canción
que hablaba de una jaula al revés.
El 20 de julio de 1810 José María Carbonell,
-dicen-,
después de soliviantar la chusma de las chicherías de Las Cruces,
la encontró en un corrillo de artesanos,
antes de emprender el camino hacia la horca
y el olvido en el “Huerto de Jaime”,
sin saber que sobre una estatua suya abandonada y sin nombre
se arrullarían las palomas.
Cuando la suerte estaba echada,
el 28 de octubre de 1816 Francisco José de Caldas,
al que llamaron “El Sabio”,
encerrado en el panóptico,
desde el ventanuco de su celda
la vio cruzar como una estrella fugaz.
“ Más vale tarde que nunca ” dizque dijo.
Años después una bola de fuego bajaría del valle
hasta su natal Popayán,
y un loco al que llamaban “ Chancaca ”,
bajo el Puente del Humilladero,
tocaría para ella un bambuco
con su flauta de carrizo.
El delirante de ojos como fuego cruzó al galope frente a ella
y pudo más la corona de laurel
que la amante que solo pedía que la amaran.
El abogado la confundió con el orden
el 17 de octubre de 1829
tres golpes de sable en la cabeza
fueron suficientes para dejar sin vida al joven Córdova,
el héroe de Ayacucho,
sin que nadie después se acordase
por qué fue que lo mataron.
La suerte le fue adversa dicen unos,
y los que invocaron su nombre en un escudo
no sabían quién era
-nunca lo supieron-
y acuñaron monedas con su rostro
que imaginaron
coronado por un gorro encarnado.
Otros en su ambición
levantaron alambradas en la manigua
anunciando con sus fusiles en alto
su nombre,
el de ella,
la vilipendiada del frente de mi casa
que ama y sueña la paz para ella y para todos
como el mayor de los bienes…
Hernando Enrique Sánchez G.
(Camilo Dias-Bar)
lunes, 4 de octubre de 2010
La tarde que leí este poema, cierto pasado tomó cara de presente, y el futuro sonrió. Reí con mis amigos, como tan tranquilo, y ellos todos como tan amigos, que ahora lo coparto, a lo mejor se contagia la buena energía de Vicente.
Siempre leo prólogos de gente, presentando a otra gente. So pretexto de educación dicen: "yo quiesiera escribir así". Pues esta es la ocasión y como él no requiere ser presentado, digo con toda la honestidad de que soy capaz, que así quisiera escribier yo.
EL AMIGO DOLOROSO
Este amigo, que como doloroso es un gran poeta, habló así:
Yo nunca en mi vida he sonreído sinceramente. Nadie ha reído menos
que yo.
Con cuánta razón, oh amigos, me decís siempre que mis sonrisas tienen
un aire de falsedad.
Yo vivo en mis ensueños dolorosos como si mi alma se encontrara
sumergida entre dos ondas de música melancólica.
Yo vivo sumido en mis ensueños dolorosos.
Y mi espíritu es superior al de los demás porque he sufrido
Más.
Yo me he formado a mí mismo. Este es mi mayor orgullo. Yo no me
debo a nadie.
Si algún maestro queréis buscarme, este maestro es el dolor.
El dolor y la observación serena y apasionada son las fuentes de donde
yo he brotado.
Toda mi grandeza está en la intensidad de mi vida interior.
La música y la poesía me han dado las mayores sensaciones suavemente
vigorosas que he saboreado en toda mi vida.
La poesía y la música hacen vagar mi espíritu por luminosidades inau-
ditas. Ante ellas me siento desmaterializado y propicio a las más extrañas
iniciaciones.
La poesía y la música hacen morir mi carne y ante ellas me siento inma-
terial, soy solamente un reflejo de luna en un estanque sereno.
Por eso yo amo sólo a las mujeres hermosas que se han muerto, a esas
mujeres cuya voz arrobadora queda aún vagando en mis oídos como el
canto del mar en los caracoles.
Y por eso también yo amo con tan infinita ternura a esas almas vírgenes
que están aguardando algo supremo en el umbral de la vida.
¡Oh la solemne belleza de las almas en espera!
Una fatiga de luz se ha dormido en mis ojos y es que estoy ante la poe-
sía y la música, es que estoy en el momento de los supremos augurios.
Ahora deseo darme por entero, ahora deseo que la dolorosa poesía de
mi corazón entre en vuestros espíritus como un río desbordado.
Ahora quiero darme sin reservas. Quiero arrebatar a la muerte la divina
alegría de la disgregación.
Cuando estoy ante la poesía y la música me siento mío por estero.
Cogedme ahora que soy de vosotros.
Mirad ahora mi belleza interna.
Ahora que siento sobre mi espíritu todos los dolores del pasado y todos
los dolores en gestación para el futuro.
Ahora que mi alma está a la sombra de los mayores presentimientos.
Contempladme ahora, escuchadme ahora, mas pensad que mi alma
nunca sentirá una gran alegría.
Vicente Hudobro
Tomado de Las Pagodas Ocultas
viernes, 23 de julio de 2010
El poeta del país Más o Menos
MAÑANA LLEGA LA LANCHA DE ENLACE
La felicidad es el sufrimiento que se cansaEvtuchenko
Estoy muy contento. Mañana llega Evtuchenko. Gracias a Liliana que es la “mano derecha” del poeta Federico, y la izquierda mía que soy zurdo, sé que su vuelo aterriza a las 8:30 am. Debo madrugar. Las manos me tiemblan, hará dos años apenas, paseando el hambre por Caracas compré un libro suyo: Entre la ciudad sí y la ciudad no. Me encontraba yo en tanto, en una ciudad que creía sí, escapando de Colombia a la que considero No. Hoy pienso que el sino, y la ciudades, son más bien uno, uno mismo.
Si la vida fuera como uno quiere, Evtuchenko habría muerto hace 7 años, a los 70 como el dijo que deseaba, pero como la vida es puntual y perfecta, le sobrevivió a su deseo, y mañana podré por fin darle la mano. Hoy pienso (parafraseándolo) que se suman a mi sus 77 años.
Ese libro que compré en Caracas, sirvió entonces para tantas cosas, que hoy apenas si se sostiene, está viejito, parece tener más de 70 años. Hará dos que comía de él y con él mataba zancudos quienes me quitaban literalmente el sueño, en las ardientes noches de Venezuela. Leía Ánimo muchachos, y quería leer por televisión a todo mi país ese poema que me hacía vivir, pero no estaba ahí, aquí. Estaba lejos, estaba solo. Con el corazón en Colombia y el cuerpo en Venezuela, es decir Entre la ciudad sí y la ciudad no.
¿Qué le podré decir al poeta? Es un tanto tonto darle la bienvenida a alguien a un país que se está cayendo, por otro lado es muy esperanzadora su presencia, por lo menos para mi.
Todos estos días, desde que supe de su llegada, llamé a mis amigos a los muchachos, para que sea él mismo quien les diga ánimo. Sí que lo necesitamos, sí que obedeceré a su palabra. Pienso en tanto las manos me sudan y los cigarrillos se acaban.
Es increíble, recuerdo ahora que cuando compré su libro, lo daba por muerto, me parecía y me parece inesperado que pueda estar vivo un hombre, como lo diría Machado: en el buen sentido de la palabra bueno. Luego supe que el poeta estaba vivo, que alguna vez había venido a Colombia, algotros escritores me contaron sus anécdotas, y su amistad con Gonzalo Arango, y sentí envidia del poeta de Andes, y sentí gran felicidad por el poeta de Andes.
Ojalá y los Muchachos lo escuchen, ojalá y los Muchachos asistan.
Estos tiempos son oscuros, salvo por extrañas excepciones, vale la pena seguir vivo, toda edad en Colombia se torna deshonrosa, toda carga pesada, toda idea peligrosa y todo poema un arma de doble filo.
Pero mañana llegará Evtuchenko y eso es todo. Espero pueda enseñarle ese libro que me acompaña, y unas fotos que de él me regaló el poeta Enrique Hernández de Jesús, hace unos meses en Caracas, fotos donde aparece con Allen Ginsberg, fotos que conservo, como un tesoro que algún día heredaré a un ser querido, a un ser como él mismo a quien quiero con esa fe que se tiene en lo desconocido y que es a fin de cuentas la que nos mantiene vivos.
Cuando lo leí, decidí que José Asunción Silva estaba muy cansado, Baudelaire viejo, ni qué decir de Homero, lo mismo le ocurría a Huidobro y a Wilde, a casi todos los otros, salvo por Juan Calzadilla, los demás para mi estaban viejos, gastados; lo mío era escribir como Evtuchenko, decir la verdad de forma verdadera.
Mi meta era escribir como Evtuchenko, días después entendí que no se puede decir dos veces la misma cosa, ahora mismo no estoy tan seguro de eso, ahora, mi computadora subraya con una línea roja el apellido del poeta, mi computadora inteligente, resalta lo que hay que resaltar.
Es increíble la forma como una línea, salva la vida, como las penas o las alegrías ajenas, se convierten en propias, cómo uno acopla las palabras de los otros para no sentirse solo, es lo que me ocurre esta tarde, la necesidad de sacarme con estas palabras el corazón y hacerlo dos o tres hojas que terminarán en el olvido. Pero que digan lo que siento, lo que pienso, lo que empero le salvo al recuerdo.
Ahora mismo debo salir por las ampliaciones de las fotos que me regaló Enrique, las que pagué gracias a dos libros que vendí, uno de Ernesto Cardenal y José Coronel Urtrecho y otro de Roberto Bolaños. Quiero ver el rostro de Evtuchenko esta noche en formato carta, mañana lo veré de frente.
El libro de Cardenal y Urtrecho es una antología de poesía norteamericana, es gracioso poder ampliar las fotos de Evguevi gracias a los poetas gringos traducidos por los poetas latinoamericanos.
Las pilas de la cámara de Liliana se están cargando para mañana, las mías se están cargando desde hace días, ¡estoy contento, mañana llega Evtuchenko! Esta es tal vez la última vez que lo vea y es a la vez la primera, cómo me pesa el tiempo, cómo regresa el tiempo, son las 9:44 p.m. ya casi Evtuchenko. 11 horas aproximadamente lo separan de Bogotá.
Lo espero, con la impaciencia de quien espera la muerte, que es a la vez la misma paciencia con que se vive, lo espera a la vez este librito mío cansado de viajar, mi librito ya amarillento con sus esquinas dobladas, refilado una y otra vez por mis manos. Mi librito fatigado, por cuyas páginas flirtean los Beatnicks con Edith Piaf, mi librito donde aprendí que al menos una mujer está absolutamente desprovista de fingimiento, mi librito de poesía Cenicienta. El librito de Evtuchenko que es a la vez mío, el libro que tan puntualmente cuenta Lo que me pasa, este libro que tiene dentro de sí el otoño y todos los meses del año.
¡Qué feliz estoy! Al decir del maestro más bien; ¡qué cansado está el sufrimiento! ¡Qué feliz me encuentro; mañana llega Evtuchenko!
La felicidad es el sufrimiento que se cansaEvtuchenko
Estoy muy contento. Mañana llega Evtuchenko. Gracias a Liliana que es la “mano derecha” del poeta Federico, y la izquierda mía que soy zurdo, sé que su vuelo aterriza a las 8:30 am. Debo madrugar. Las manos me tiemblan, hará dos años apenas, paseando el hambre por Caracas compré un libro suyo: Entre la ciudad sí y la ciudad no. Me encontraba yo en tanto, en una ciudad que creía sí, escapando de Colombia a la que considero No. Hoy pienso que el sino, y la ciudades, son más bien uno, uno mismo.
Si la vida fuera como uno quiere, Evtuchenko habría muerto hace 7 años, a los 70 como el dijo que deseaba, pero como la vida es puntual y perfecta, le sobrevivió a su deseo, y mañana podré por fin darle la mano. Hoy pienso (parafraseándolo) que se suman a mi sus 77 años.
Ese libro que compré en Caracas, sirvió entonces para tantas cosas, que hoy apenas si se sostiene, está viejito, parece tener más de 70 años. Hará dos que comía de él y con él mataba zancudos quienes me quitaban literalmente el sueño, en las ardientes noches de Venezuela. Leía Ánimo muchachos, y quería leer por televisión a todo mi país ese poema que me hacía vivir, pero no estaba ahí, aquí. Estaba lejos, estaba solo. Con el corazón en Colombia y el cuerpo en Venezuela, es decir Entre la ciudad sí y la ciudad no.
¿Qué le podré decir al poeta? Es un tanto tonto darle la bienvenida a alguien a un país que se está cayendo, por otro lado es muy esperanzadora su presencia, por lo menos para mi.
Todos estos días, desde que supe de su llegada, llamé a mis amigos a los muchachos, para que sea él mismo quien les diga ánimo. Sí que lo necesitamos, sí que obedeceré a su palabra. Pienso en tanto las manos me sudan y los cigarrillos se acaban.
Es increíble, recuerdo ahora que cuando compré su libro, lo daba por muerto, me parecía y me parece inesperado que pueda estar vivo un hombre, como lo diría Machado: en el buen sentido de la palabra bueno. Luego supe que el poeta estaba vivo, que alguna vez había venido a Colombia, algotros escritores me contaron sus anécdotas, y su amistad con Gonzalo Arango, y sentí envidia del poeta de Andes, y sentí gran felicidad por el poeta de Andes.
Ojalá y los Muchachos lo escuchen, ojalá y los Muchachos asistan.
Estos tiempos son oscuros, salvo por extrañas excepciones, vale la pena seguir vivo, toda edad en Colombia se torna deshonrosa, toda carga pesada, toda idea peligrosa y todo poema un arma de doble filo.
Pero mañana llegará Evtuchenko y eso es todo. Espero pueda enseñarle ese libro que me acompaña, y unas fotos que de él me regaló el poeta Enrique Hernández de Jesús, hace unos meses en Caracas, fotos donde aparece con Allen Ginsberg, fotos que conservo, como un tesoro que algún día heredaré a un ser querido, a un ser como él mismo a quien quiero con esa fe que se tiene en lo desconocido y que es a fin de cuentas la que nos mantiene vivos.
Cuando lo leí, decidí que José Asunción Silva estaba muy cansado, Baudelaire viejo, ni qué decir de Homero, lo mismo le ocurría a Huidobro y a Wilde, a casi todos los otros, salvo por Juan Calzadilla, los demás para mi estaban viejos, gastados; lo mío era escribir como Evtuchenko, decir la verdad de forma verdadera.
Mi meta era escribir como Evtuchenko, días después entendí que no se puede decir dos veces la misma cosa, ahora mismo no estoy tan seguro de eso, ahora, mi computadora subraya con una línea roja el apellido del poeta, mi computadora inteligente, resalta lo que hay que resaltar.
Es increíble la forma como una línea, salva la vida, como las penas o las alegrías ajenas, se convierten en propias, cómo uno acopla las palabras de los otros para no sentirse solo, es lo que me ocurre esta tarde, la necesidad de sacarme con estas palabras el corazón y hacerlo dos o tres hojas que terminarán en el olvido. Pero que digan lo que siento, lo que pienso, lo que empero le salvo al recuerdo.
Ahora mismo debo salir por las ampliaciones de las fotos que me regaló Enrique, las que pagué gracias a dos libros que vendí, uno de Ernesto Cardenal y José Coronel Urtrecho y otro de Roberto Bolaños. Quiero ver el rostro de Evtuchenko esta noche en formato carta, mañana lo veré de frente.
El libro de Cardenal y Urtrecho es una antología de poesía norteamericana, es gracioso poder ampliar las fotos de Evguevi gracias a los poetas gringos traducidos por los poetas latinoamericanos.
Las pilas de la cámara de Liliana se están cargando para mañana, las mías se están cargando desde hace días, ¡estoy contento, mañana llega Evtuchenko! Esta es tal vez la última vez que lo vea y es a la vez la primera, cómo me pesa el tiempo, cómo regresa el tiempo, son las 9:44 p.m. ya casi Evtuchenko. 11 horas aproximadamente lo separan de Bogotá.
Lo espero, con la impaciencia de quien espera la muerte, que es a la vez la misma paciencia con que se vive, lo espera a la vez este librito mío cansado de viajar, mi librito ya amarillento con sus esquinas dobladas, refilado una y otra vez por mis manos. Mi librito fatigado, por cuyas páginas flirtean los Beatnicks con Edith Piaf, mi librito donde aprendí que al menos una mujer está absolutamente desprovista de fingimiento, mi librito de poesía Cenicienta. El librito de Evtuchenko que es a la vez mío, el libro que tan puntualmente cuenta Lo que me pasa, este libro que tiene dentro de sí el otoño y todos los meses del año.
¡Qué feliz estoy! Al decir del maestro más bien; ¡qué cansado está el sufrimiento! ¡Qué feliz me encuentro; mañana llega Evtuchenko!
miércoles, 2 de junio de 2010
Santa Marta
Del otro lado está el mar, me recuesto en las montañas, dejo pasar el tiempo, o más bien es el tiempo quien me deja pasar a mi, soy yo quien pasa, el tiempo es una ilusión, una palabra, un vendaval de recuerdos.
Diferentes extranjeros pasan frente a la playa, en tanto sus pieles van asimilando el color de la arena, a lo lejos los barcos cargueros, letamente avanzan, suavemente se internan en la nada oceánica.
Los pescadores van al mar, sobre improvisadas naves, que al ritmo de las olas se deplazan. Los pescadores siguen con sus caderas el ritmo del agua, la música del agua. Una vez en tierra, sus manos anteriormente vacías, regresan con los frutos del mar, del gigante generoso, que de tanto en tanto se cobra sus obsequios con una que otra vida, poca cosa para toda la mierda que recibe este cielo en tierra.
Hace un par de días aterricé en Santa Marta, por invitación de mi amigo Jairo, este amigo mío que habla como si cantara tango, con esa nostalgía de quien pregunta y responde por y para nadie.
Españoles, árabes, autralianos, y toda una fauna de forasteros es acogida por la tierra que supongo mía.
Mis piernas, hilo delgado de carne y husitos, parecen un rosario por gracia de los zancudos que comen de mi.
De fondo en el bar donde entré a trabajar Mick Jagger canta su Wild Horses.
Una española y un manizalita, Los Nómadas, cruzan en un Renault 4 Sur América. Los Nómadas son: Abel y Elena.
Taganga Extreme, es el nombre de mi nueva empresa.
Famélicos perros se lamen sus pieles, intentando sofocar el calor que los sofoca, famélicos artesanos recorren de punta a punta la bahía, buscando vender sus productos, para mitigar su hambre, producto a lo mejor de los excesos con la marihuana, de la marihuana han hecho caldo de cultivo los habitantes de esta playa, toda la decoración e intalación es alusiva a la planta.
Famélicos turistas escudriñan la playa en busca de saciar su hambre de rumba, su sed de vida, a resumidas cuentas todos aquí tenemos hambre, yo tengo el hambre del regreso, pues este mar, no me llena la sed de los ojos, ni el hambre de paisaje. Yo soy un montañero.
La noche a caído sobre Taganga, el mar de fondo como un inmenso animal, espera los amantes clandestinos. Dicen que esta playa tiene un alto índice de sida, normal.
Armonizando la noche Pipe y su padre, dos cantantes con resonar de ola en un acantilado. Sus canciones incluyen poemas de José Martí, en tanto un español, de Cantabria, arruga el seño, y por su cabeza, pasan la mar de improperios contra Elena, que es del país vasco.
Allá, frente a mi, el mar con su ir y venir aburrido, con arrullo del desamparo, con su tan vital, como mortal coqueteo. Allá el mar y aquí yo en mi segunda noche desde esta playa, una menos de la vida.
Desde diferentes hoteles, con el caer de la noche, “los murcielagos” (como les dice Luis mi compañero del bar a los turistas) caen además, daneses, suecos, alemanes, árabes, españoles y un sin fin de gente, a chuparse, la poca sana sangre que hoy por hoy le queda a mi pueblo. Mi pueblo de cara al mar con intención de sosobrar.
lunes, 12 de abril de 2010
martes, 9 de marzo de 2010
Para qué
Para que me escuhes
para que te importe
para que prestes atención
para que abras los ojos
para que lo adviertas
para que lo tengas en cuenta
para que analices
para que lo acoples
para que lo interpretes
para que lo sientas
para que lo repitas
para que lo mires
para que lo palpes
para que preguntes
para te acompañe
para que esté contigo
para que lo afrontes
para que lo bebas
para que lo sueñes
para que despiertes
escribo
escribo
escribo entonces para que lo olvides
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